Así son los clientes habituales de las prostitutas

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Dicen que es el oficio más antiguo del mundo, y aunque puede ser una exageración, no hay duda de que la prostitución existe desde hace milenios. Las mujeres que ofrecen servicios sexuales a cambio de dinero siguen siendo hoy en día un incómodo problema del que parece que nadie quiere hablar. No estamos refiriéndonos solo a esas prostitutas extranjeras que muchas veces son obligadas a trabajar en estos servicios, sino también a esas chicas que, por necesidad o por voluntad, deciden dar el paso. El tabú sobre el trabajo sexual sigue siendo enorme, y eso no lo han cambiado ni siquiera las nuevas leyes en países más progresistas como Alemania y Holanda, donde se ha regularizado el sector. El debate sigue estando sobre la mesa, pero más allá de lo que los políticos digan, la prostitución se va a seguir desarrollando a su forma natural, fuera del sistema.

En Canarias existen, según datos de varios informes, más de 3.000 mujeres dedicadas a este oficio, un número relativamente pequeño si tenemos en cuenta la población de las islas. Hay que contar, además, con todo el turismo que el archipiélago acoge, y que también forma parte de la clientela habitual de estas trabajadoras sexuales. Estimamos, por tanto, que esas 3.000 prostitutas se quedan cortas para las que realmente están realizando sus servicios en Canarias, que pueden ser, como mínimo, el doble. Algunas asociaciones y universidades han intentado entender mejor este negocio, realizando encuestas a las chicas, para conocer cómo se mueve el dinero, cómo se trabaja, quién pide estos servicios… El perfil de la prostituta está bastante bien delimitado, no tanto así el del putero, especialmente el habitual, el que tiene por costumbre pedir estos servicios como mínimo un par de veces al mes. España es uno de los países del mundo donde más sexo de pago se consume, y estamos a la cabeza de Europa en esta clasificación, un dudoso honor que no va camino de cambiar. Por tradición, por puro pensamiento sexista en parte, lo de pagar por acostarse con una mujer está casi bien visto en la sociedad española.

¿Existe un perfil veraz del cliente habitual?

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En cualquier negocio, el profesional debe conocer perfectamente a supúblico para ofrecerle el bien o servicio que necesita. Incluso a la hora de realizar la publicidad se necesita tener muy claro a quién nos dirigimos. ¿Ocurre igual en el sexo de pago? Desde luego, hay un perfil relativamente cercano que se puede dibujar en torno al cliente habitual de prostitución, empezando por entender que es un hombre.

La práctica totalidad de clientes de prostitución son varones, aunque es cierto que las mujeres también están entrando con fuerza en el negocio. Nosotros nos vamos a centrar en el perfil más habitual, ese que suele acudir a disfrutar del sexo de pago varias veces en un año, como algo recurrente. Y es que también están los que solo tienen una experiencia, o los que lo hacen de forma mucha más aleatoria, cada varios años.  

Hombre maduro, casado y con ingresos

Está claro que la prostitución sigue siendo un negocio en alza, que ofrece muchos beneficios, porque de lo contrario no se seguiría dando en todo el mundo. Las prostitutas dan respuesta a una demanda real que existe por parte de los hombres, que requieren de servicios sexuales y están dispuestos a pagarlos. Las razones pueden ser infinitas: necesidad, búsqueda de nuevas emociones, costumbre… Para el putero habitual, la prostituta es una ofertante de servicios, como lo podría ser un mecánico o un abogado. La ve como una profesional, aunque sus servicios sean especiales en ese sentido. Incluso algunos llegan a tener mucha confianza con una misma prostituta, y siempre acuden a ella, ya que es la que mejor les conoce.

Se crea casi una rutina sexual que llena, muchas veces, el vacío de no tener una relación cercana e íntima en su vida privada. En cuanto al perfil del putero habitual, podríamos definirlo como un hombre maduro, por encima de los 40 años, habitualmente casado y con ingresos suficientes como para pagarse este extra al mes. Dependiendo del tipo de servicio y de las veces que se repitan, el presupuesto para estos encuentros será mayor o menor. Sin embargo, para estos clientes habituales el sexo de pago es casi como un gasto más que se tiene en cuenta cada mes. Igual que quien paga por un carnet de fútbol, o por un seguro de hogar, ese gasto está contemplado y no se suele evitar. Los clientes habituales suelen acudir siempre al mismo burdel, o en muchas ocasiones, a la misma chica, si trabaja de forma independiente. Generan así una complicidad que hace que, en parte, este tipo de encuentros se normalicen, aunque sea solo sexo por dinero.  

Cada vez hay clientes más jóvenes

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El perfil planteado anteriormente refleja una realidad que podemos ver prácticamente en cada burdel, en cada casa de alterne. Preguntaremos a las prostitutas y nos afirmaran que la mayoría de sus clientes habituales entran dentro de esa descripción, bastante general, pero lo suficientemente concreta para hablar de un perfil especial. Sin embargo, los tiempos cambian y el tipo de clientes de las prostitutas también, volviéndose más variados. De hecho, si antes eran hombres maduros los que habitualmente buscaban estos servicios, ahora la edad está bajando considerablemente. Cada vez son más los chicos jóvenes que demandan servicios sexuales de pago, algo que llama la atención. Y es que tradicionalmente se ha pensado siempre que estos jóvenes no tendrían mucho problema en conseguir sexo por su cuenta. Son además chicos atractivos en su mayoría, aunque sin pareja.

Su forma de pensar, la manera en la que entienden el sexo, les hace quedarse solteros para aprovechar mejor su vigor sexual. Prefieren sexo casual de una noche, o relaciones abiertas donde no haya compromiso más allá de la cama. Es por eso que también quieren probar algo diferente a través de estas profesionales del placer. Por el simple deseo de disfrutar de un encuentro sexual sin toda la tediosa tarea de salir a ligar y gastarse el dinero en copas, cenas e invitaciones. Por probar cosas nuevas, posturas y fetiches diferentes, que la mayoría de chicas no estén dispuestas a llevar a cabo… El caso es que cada vez son más habituales esos perfiles jóvenes, chicos en torno a los treinta, con altos ingresos y sin ataduras familiares, que acuden a estas profesionales.  

La prostitución sigue sin regularse

Ya lo comentábamos al inicio del artículo de pasada, pero el tema de la regularización del sector de la prostitución da para mucho. Y es que España todavía no ha logrado crear una legislación oportuna para la realidad que se vive en torno al negocio del sexo de pago. De hecho, la intención del actual Gobierno del país va más en el sentidoabolicionista, es decir, de prohibir cualquier tipo de encuentro sexual de pago, entendiéndolo como algo ilegal.

Esto iría en contra de muchos países europeos que están tratando de legislar la prostitución para ofrecer más garantías a las chicas que la ejercen de forma voluntaria. Esa idea no se concibe en nuestro país, donde se pretende acabar con las mafias y el proxenetismo de una manera directa, borrando la prostitución del mapa. Sin embargo, como ya hemos comprobado durante muchos años, las leyes restrictivas no eliminan la prostitución, sino que la marginan y la arrinconan, en perjuicio de las chicas que la llevan a cabo, el eslabón más débil.